El desperdicio de alimentos es el centro de atención mientras España se prepara para una ley de reducción de residuos de 2023
En 2020, los hogares españoles tiraron a la basura más de 1.300 millones de kg de alimentos, una media de 31 kg por persona. Según cifras del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, esto supone una pérdida económica de 250€ por persona.
El Gobierno quiere hacer frente a lo que el ministro de Agricultura, Luis Planas, ha calificado como la «ineficiencia» de la cadena alimentaria, que tiene consecuencias económicas, sociales y medioambientales.
Nuevos requisitos para que las empresas reduzcan los residuos
Para las empresas, la ley tiene varios pasos concretos. Los operadores y distribuidores de alimentos deben desarrollar programas para reducir el desperdicio de alimentos. Siguiendo una jerarquía de prioridades de uso, los supermercados deben reducir el precio de los alimentos a medida que se acerca su fecha de caducidad, donar los productos no vendidos a organizaciones benéficas de reciclaje, convertir los productos no utilizados en mermeladas y jugos o, como último recurso, en alimento para animales. Pide a los minoristas que publiquen filas de frutas y verduras «feas o imperfectas» y que promuevan productos de temporada, locales u orgánicos.
Los requisitos estarán respaldados por el régimen de sanciones. No disponer de un programa de despilfarro de alimentos es una ‘infracción grave’ con multas de hasta 60.000€.
Planas dijo que el proyecto responde a una ‘necesidad social’. Por un lado, ‘regula el uso de alimentos para el consumo humano’, apoya la donación y, por otro, ‘conciencia a la sociedad de la necesidad de reducir el desperdicio de alimentos’.
Pero, ¿va lo suficientemente lejos?
Enraisa Derechos, una ONG especializada en desperdicio de alimentos, cree que no.
Reconoció que la reforma tenía varios ‘puntos críticos’, con el objetivo de reducir el desperdicio en todos los puntos de la cadena alimentaria. Sin embargo, la organización cree que no se pone suficiente énfasis en la prevención del desperdicio de alimentos. Al centrarse en la gestión de los excedentes, el reglamento no garantiza que «ningún alimento producido se desperdicie».
«Llevamos años esperando una legislación contra el desperdicio de alimentos, pero después de casi un año de trabajo preparatorio, creemos que estamos perdiendo una gran oportunidad de obtener una legislación innovadora que aborde el problema desde la raíz».dijo en un comunicado.
Desperdicio de comida en casa
Aunque Planas insiste en que el despilfarro de alimentos es una cuestión ética que ‘llama a la conciencia de todos’, los planes del Gobierno español tampoco contribuyen a combatir el despilfarro de alimentos en los hogares. Los datos de la Comisión Europea sugieren que en todo el bloque, el desperdicio a nivel de consumo es el mayor contribuyente al desperdicio total de alimentos. Los consumidores son responsables del 53 % del desperdicio de alimentos, con un 19 % en el procesamiento de alimentos, un 12 % en la restauración, un 11 % en la producción primaria y solo un 5 % en el comercio minorista.
Con tanta comida desperdiciada en nuestros frigoríficos, reducir la cantidad de desperdicio de alimentos en el hogar es un tema espinoso.
Un nuevo estudio observacional del Instituto Silestone encontró que alrededor del 30% de los hogares españoles ‘necesitan mejorar sus prácticas para reducir el desperdicio de alimentos’ en el hogar.
Si bien los investigadores de Silestone señalan que «no es fácil de medir», pudieron estimar el riesgo de desperdicio doméstico analizando los hábitos de compra, manejo y consumo recopilados a través de una encuesta de hogares.
Alrededor del 30% de los encuestados dijeron que necesitan mejorar sus hábitos y prácticas para reducir los desechos en sus hogares, dice el diseñador del estudio Mite Belayo, microbiólogo especializado en seguridad alimentaria y portavoz tecnológico de SileStone. Las personas de este grupo tenían doce veces más probabilidades de tirar los restos de comida a la basura (14,5 %) que las personas del grupo menos derrochador (1,2 %).
Un taller reciente organizado por Silestone marcó los productos frescos como una categoría de alto riesgo de desperdicio. El Dr. Alejandro Bonetti, Subdirector del Programa Dieta Mediterránea y Vida Saludable de la Academia de Medicina y Cirugía de Andalucía Oriental, Ceuta y Melilla (RAMAO), señaló: “Cerca del 50% de los productos desperdiciados corresponden a la dieta mediterránea. En concreto, el 33% son frutas y el 14% son verduras. Con este desperdicio contribuimos a desperdiciar y desechar componentes esenciales de la dieta mediterránea”.
La buena noticia es que el 70 % de los que respondieron a la encuesta de Silestone pertenecen a este grupo de bajo desperdicio. ¿Qué se puede aprender de sus prácticas para reducir el desperdicio de alimentos en el hogar? Los investigadores de Silestone pudieron evaluar qué estrategias tuvieron éxito en la reducción del desperdicio de alimentos en el hogar y formular recomendaciones para el cambio de comportamiento.
Los buenos hábitos de compra identificados incluyen la planificación del menú y la elaboración de listas y el conocimiento de las fechas de compra y evitar romper la cadena de frío. Recomiendan ordenar por fecha al almacenar alimentos, revisar los alimentos en el refrigerador y comprender la diferencia entre las fechas de caducidad y de caducidad. La investigación ha encontrado que el 20% de las personas no entienden la diferencia. También se recomienda manejar las sobras y apoyarse en recetas ‘intensivas en alimentos’.
«Algunos de los factores que contribuyen al desperdicio de alimentos en el hogar son difíciles de cambiar».Por ejemplo, lugar de compra o frecuencia de viajes de compras. “Sin embargo, dedicando esfuerzos a la formación, la sensibilización y la información, se pueden reducir los residuos”.
Los investigadores creen que concienciar a los consumidores sobre este problema global será crucial para reducir el desperdicio de alimentos en los hogares de España. Sugirieron que esto debería combinarse con buenas prácticas para la planificación, el transporte y el almacenamiento, y la información sobre la gestión de los alimentos.
“El desperdicio de alimentos es un problema ético, socioeconómico y ambiental que devalúa los alimentos”.Matt Pelayo, portavoz científico de Silestone, enfatizó. Hizo hincapié en que el enfoque en el futuro debe estar en cómo minimizarlo.
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